Jueves a la tarde. Volvía caminando a casa, cuando me cruzo
con dos chicos que al mirarnos, algo nos conecto y los llevo a decirme “Hola!”.
Literal. En español. Sorprendida por el saludo, ya que en West End solo viven
dos argentinos y no suelen haber muchos mas dando vueltas, les contesto efusiva
“Hola!”. Se sorprenden también, porque no esperaban respuesta y menos en el
mismo idioma. La intención de su saludo no fue porque pensaron que hablaba
español ni mucho menos que era argentina, sino que les salió así.
Me suelen decir que no parezco argentina. Confieso que me
molesta un poco porque me encantaría tener esa chispa latina. Pero no. Siempre
me confunden con francesa o de algún lugar de Europa del este. En fin, la pinta
es lo de menos. Algo hizo que nos crucemos.
No fueron muchas las palabras que intercambiamos hasta
decidir ir a comprar unas birras y seguir la charla en casa. Me acabo de mudar
a una casa divina con mucho verde y mucha paz. Asi que me divertía tener a mis
primeros invitados para poder compartir mi lugar y amigarme con mi nuevo
espacio.
Además, las últimas dos semanas de festejos navideños y años
nuevos me hicieron extrañar mucho mi país, mi gente, mis cosas. Una dosis de
argentinos con buena onda eran el programa perfecto para revivir un poco todo
eso que extraño.
Pasamos una linda tarde y decidimos volver a encontrarnos a
la noche en su hostel para tomar Fernet. Mi abstinencia de Fernet era de 5
meses y ya no podia sostenerla mucho mas. Así que cuando me propusieron una
noche de Fernet, ni lo dude. Además, después de una buena tarde de charlas nos
dimos cuenta de que teníamos varias cosas en común.
Esa noche fui para su Hostel. Estar en un hostel te da esa
sensación de “estoy de vacaciones”. Lo raro es que yo era la única que no
estaba de vacaciones, por lo contrario, era casi local. Fue loco vivirlo así.
Más loco fue responder preguntas como: Que me recomendas? Que Bus me tomo?
Donde esta el supermercado? De repente asimilé que tengo una vida en Australia,
que ya pasó la etapa de recién llegada. Que ya tengo mi casa, vecinos, mis
amigos, mis recorridos, mis lugares preferidos.
Volviendo a los Pablos, nos tomamos unos ricos Fernet y los
lleve a un “lookout” en un parque en West End desde donde se ve gran parte de
la ciudad. Me encanta ese lugar porque reina el silencio y se contempla la
ciudad. Son dos cosas que no podrían coexistir pero ahí lo hacen. Y que bien lo
hacen.
Al día siguiente ellos partían para Byron Bay, uno de mis
lugares preferidos, y me ofrecieron irme con ellos el fin de semana ya que el lunes tenia que volver a
trabajar.
Ni lo dude. El Sábado a la mañana alquilaron un auto y
arrancamos para Byron. Roadtrip con mate. Impecable.
En el camino, después de que Pablito recibiera una llamada
de parte de su prima, decidimos hacer una parada en “Paradaise One”, una
comunidad a unos 15km de Byron. Vicky, la prima, estaba viviendo ahí hace dos
meses.
Lugar hermosos si los hay. Hay cabañas para huéspedes pero
tambien estan los que hacen “woofing” : World-Wide Opportunities on Organic Farms también conocido como Willing
Workers on Organic Farms,
"Trabajadores voluntarios en granjas ecológicas".
El concepto
principal es la sustentabilidad. Viven en comunidad, son ecofriendly y tienen
muy desarrollado todo el lado espiritual. Profundidad. Hay artistas, viajeros,
gente despojada de lo material que no necesita mucho para ser feliz.
Nosotros fuimos
woofers por dos días. Por nuestra
estadía y comida, tuvimos que cocinar y limpiar.
Hacían 40 grados de calor y nos metimos en la cocina a
preparar 120 empanadas de choclo. Trabajo en equipo. Esfuerzo. Música. Risas. Y
la mejor parte, sentarse a la mesa y disfrutar de todo lo que nos había dado
ese día.
La gente que vive ahí es super generosa y hace honor a una
de las ideas principales de la comunidad: compartir. Se sientan con vos, te
quieren conocer, te quieren enseñar. Esa noche nos quedamos tomando unos vinos,
teniendo buenas charlas, y finalmente nos fuimos a dormir.
Al día siguiente, nos toco hacer housekeeping. Limpiamos
entre todos las cabañas que son para huéspedes y después nos fuimos a pasar el
día a Byron. Como me gusta Byron. Esa playa, esa gente, esas ganas de quedarte
a vivir. Ya me tocara…